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Artistas con sabor a México “Agustín Arrieta”. Por: Minette Argüello


Escena del mercado, óleo sobre tela, 1850.


Estamos transitando en el mes de las fiestas patrias y qué mejor manera de conmemorarlo que haciendo alusión al trabajo de distinguidos artistas mexicanos que con su obra han hecho grandes aportaciones al mundo de la plástica mexicana.

José Agustín Arrieta fue un pintor costumbrista quien destaco por sus interpretaciones pictóricas de la puebla decimonónica. Este artista nació en 1803 en la población de Santa Ana Chiautempan, Tlaxcala, México y se formó en la academia de bellas artes de Puebla, bajo las órdenes de pintores de reconocido prestigio artístico y social en Puebla.

No obstante, de pertenecer a la Academia, decidió establecer su propio taller en donde comenzó a pintar temas y géneros incomprensibles para el gusto de la clientela elitista de Puebla, de quien solo recibía modestas cantidades por sus obras. Tampoco le valió el reconocimiento en la Guía de Forasteros de 1852 por parte de los pintores poblanos, para mejorar su condición humilde, más aún, para sostenerse tuvo que aceptar un empleo de conserje en el Congreso del Estado.

Lo que hace singular a la obra de Arrieta es el reflejo de las costumbres de la vida cotidiana en la Puebla del siglo XIX: vestimenta, gastronomía, oficios, así como virtudes y defectos, son los elementos que destacan y se repiten.

A través de su obra Arrieta hallaba una particular fascinación por las escenas mundanas recreando personajes como al chinaco, la china poblana, al clérigo, al aguador, al mendigo, etc. Además de sitios de los que Puebla tenía en exceso como sus cantinas y pulquerías, o atmosferas como la de la calle y el mercado, en los que les imprimió un aire anecdótico y festivo.

Por lo que se refiere a sus bodegones, esta fue quizás su obra más abundante, en la que logró transmitir su gusto por el buen comer y el buen beber, sin dejar de incluir manjares de la cocina nacional o local. A estos bodegones se les llamaba antes pintura de comedor y tan detalladas eran estas obras por su nivel de realismo, que se convirtieron en uno de sus mejores distintivos como artista.

Sus críticos consideraron que muchas de sus obras sobre figura humana no son perfectas pues, a juicio de los conocedores, les falta perspectiva, pero esto no les resta mérito artístico pues Arrieta abandonó las cuestiones académicas y optó por seguir su percepción de la realidad de la época.

Tuvo la oportunidad de presentar sus obras en algunas exposiciones como la de 1850 en la Academia Nacional de San Carlos y en esa misma década otras participaciones en la academia de bellas artes de Puebla.

Sus imágenes se insertan en una profunda tradición de representaciones de figuras populares en la pintura mexicana, que se remonta a finales del siglo XVII e incluye las difundidas series de castas del XVIII, donde se mostraban las distintas mezclas étnicas o raciales del México colonial. Desarrolló toda su carrera en Puebla y falleció allí en 1874.

A continuación, una selección de obras del artista.


Arcángel San Rafael, óleo sobre tela, 1841.


Alegoría de las artes y oficios, óleo sobre tela, 1874.


Tertulia de pulquería, óleo sobre tela, 1851.


Bodegón con conejo, óleo sobre tela. 1860.


Comedor con sopera, óleo sobre tela, 1857-59.


Familia del general Don Felipe Collados, óleo sobre tela, 1838.


El costeño, óleo sobre tela, 1843.


La cocina poblana, óleo sobre lienzo, 1865.


Chica del pueblo, óleo sobre tela, s/f.

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