
La primavera, Sandro Botticelli, temple sobre tabla, 1477 – 1478, 203 x 314 cm, Galería Uffizi, Florencia.
Es muy cierto que no hay mejor referente para la inspiración y la creatividad que la naturaleza. Las estaciones del año modifican nuestros paisajes dotándolos de distintos coloridos que son todo un espectáculo para nuestros ojos. La primavera en particular es una estación muy esperada por toda esa explosión de colores que nos regala a través de las floraciones en la vegetación, flores que el ser humano ha atribuido como un regalo de origen divino, pues así se explica en las interpretaciones mitológicas de varias culturas.

El mito griego de Narciso que da origen a esta flor, Por John William Waterhouse, oleo, 1903.
A lo largo de los siglos las flores han seducido a los artistas a ser un elemento importante en sus obras, ya sea con una intención decorativa, científica o asociadas a algún significado establecido por la sociedad para mandar un mensaje.

El alma de la rosa, John William Waterhouse, oleo, 1908.
La obra “La primavera” del pintor renacentista Sandro Botticelli, es una obra alegórica que une la significancia de las flores con connotaciones mitológicas y filosóficas, haciendo mas extenso e interesante el análisis de una de las obras más admiradas de este artista. Esta obra es un anacronismo de los cánones del renacimiento en cuanto proporción y perspectiva.
La obra fue un encargo de Lorenzo di Pierfrancesco de Médici, primo de Lorenzo el Magnífico, para adornar la Villa di Castello. La obra esta dotada de la cultura neoplatónica y humanística característica de los pintores de la corte, por lo que podía ser calificada en ese entonces como una obra de carácter pagano que se contrapone a la pintura religiosa.
La composición de los personajes esta establecida en grupos independientes que al final se asocian para entender la obra, por lo que la lectura del cuadro lleva un orden de derecha a izquierda. En el primer grupo encontramos al Dios Céfiro, quien posee a la ninfa Cloris que trata de huir de él. Céfiro arrepentido por tomar a la fuerza a Cloris, la transforma en la Diosa Flora (personaje contiguo con vestido de flores) y le regala un bello jardín inmerso en una eterna primavera. De la boca de Cloris emana una guirnalda de flores en señal de su transformación. Este grupo ilustra el texto “La metamorfosis” del poeta Ovidio en su obra, los Fastos.

El centro del cuadro esta protagonizado por la diosa Venus con su hijo Cupido volando sobre ella. Venus hace una salutación alzando su mano y porta una tela roja como la antigua nobleza del imperio romano, mientras que Cupido vuela con los ojos vendados (en significado de que el amor es ciego) y apuntando su flecha hacia una de las figuras del siguiente grupo de personajes.


El siguiente grupo es el constituido por las tres gracias. Según la mitología griega, eran las diosas de la alegría, el encanto y la belleza, presentes en los banquetes de los dioses. En la mitología romana, que es la que inspira la representación de Botticelli, se llaman: Castitas, Pulchritudo y Voluptas, y simbolizan a la Virgen, la Esposa y la Amante. La flecha de Cupido se dirige a Castitas (la gracia que da la espalda) quizá para tentarla, pues ella posa su mirada en el último personaje de la obra. Se cree que una de ellas es simonetta Vespucci, el amor platónico de Botticelli y cuyo rostro pinto en varias de sus obras como el nacimiento de Venus.


Retrato de Simonetta Vespucci por Sandro Botticelli en 1476.
El Dios Mercurio es el último personaje que aparece en el cuadro, Mercurio es el mensajero de los dioses, pero Botticelli lo representa sosteniendo su caduceo (bastón con serpientes aladas), removiendo unas nubes, aludiendo nueva mente al poeta Ovidio quien escribió que Mercurio agita las nubes con su vara llevando los sueños de Morfeo desde el valle Somnus para inducir el sueño a los humanos.

La historia en el cuadro neoplatónico, nos presenta el ciclo del amor desde el mundo terrenal a través de la pasión como se observa en Céfiro persiguiendo a la ninfa y volviendo a lo celestial a través de Castitas contemplando a Mercurio, quien parece ajeno a la escena pues mira hacia lo alto. Venus parece ser mediadora en toda la escena.
Independiente mente del contexto filosófico y mitológico de la obra, el cuadro hace también una función documental de estudio botánico, en el que reúne flores que aparecen a lo largo del año en la Toscana. Se han contabilizado mas de 500 flores y mas de 200 especies de plantas distintas dentro de las que destacan los naranjos que aluden a la opulencia de la familia Medici.


Esta obra es una de las mas reproducidas y estudiadas del artista, mereciendo hablar de ella en esta estación del año.
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