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El mito sobre la vanidad. Por: Minette Argüello

Foto del escritor: Mard´s Galería Mard´s Galería

Eco y Narciso, William Waterhouse, pintura al óleo, 1903.

Una de las leyendas de la mitología griega más populares es la de Narciso, un joven enamorado de sí mismo, incapaz de valorar a los demás, que finalmente fue castigado por los dioses. Los mitos enseñan lecciones a través de simbolismos que se adecuan para explicar la imperfección de la condición humana y por ello vale la pena ahondar en uno de los mitos mayor mente representado en el arte, la literatura y muy analizado por la psicología para comprender parte de nuestra auto percepción.

El mito relata a un joven de fascinante belleza, que tanto hombres y mujeres caían rendidos ante él. Era hijo de la ninfa Liríope y del dios del río Cefiso. Su nombre era Narciso.

Sin embargo, aquel joven, a pesar de que Narciso era muy codiciado, el rechazaba a todo aquel quien le pretendiera. Ninguna de esas personas le parecía lo suficientemente valiosa para él. Y lo peor de todo es que las rechazaba con crueldad, dejándolas destrozadas.

La madre del joven estaba tan preocupada, que fue a visitar a un vidente, quien le advirtió que Narciso viviría muchos años siempre y cuando no se conozca a sí mismo. La madre no entendió muy bien aquellas palabras, de las cuales más adelante comprendería su significado.

Un día, Narciso se fue a cazar ciervos al bosque. Entre los matorrales, la ninfa Eco le observaba a cierta distancia. Se quedó prendada de él, pero era incapaz de hablar. La diosa Hera la había castigado y solo podía repetir la última palabra que escuchaba. Narciso escuchó sus pasos, pero al no ver a nadie, grito: ¿Quién anda ahí? Y Eco respondió: ¡Ahí! ¡Ahí! La joven salió de su escondite e intento abrazar a Narciso, pero fue terriblemente humillada, pues Narciso le dijo que se apartara que jamás se enamoraría de alguien como ella incapaz de hablar.

Eco se sintió tan desgraciada, que corrió a esconderse en una cueva, en donde permaneció para siempre, hasta que solo quedó su voz, aunque el caso de Eco, fue solo una de muchas historias que terminaban de la misma manera: con alguna joven con el corazón roto.

La diosa Némesis, diosa de la venganza retributiva, decidió castigar al orgulloso joven. Un día, condujo a Narciso hasta un arroyo. Pidió que contemplara el reflejo del agua. El joven, al ver su imagen con nitidez en las tranquilas aguas del río, se enamoró de sí mismo al instante.

No podía dejar de observarse. Intentó tocar su imagen, pero ésta desaparecía al rozarla con sus dedos. Quiso besarla, pero no pudo… Estaba tan desesperado, tan frustrado… sentía tanto deseo por conseguir aquello que veía, que, en un acto desesperado, se lanzó al río.

Narciso murió ahogado, y en el lugar en donde murió, nació una hermosa flor que se conoce con su mismo nombre: Narciso.

A continuación, una serie de obras que ilustran el tema.


Narciso, Caravaggio, óleo sobre lienzo, 1597-1599.


Narciso, Giovanni Antonio Boltraffio, óleo sobre lienzo, 1510.


Eco y Narciso, Nicolas Poussin, óleo sobre lienzo, 1627-1628.


Narciso, Cossiers Jan, pintura al óleo, 1636-1638.


Eco y Narciso, Placido Constanzi, pintura al óleo, S/F.


Narciso admirando su reflejo, Dirk Van Baburen, pintura al óleo, 1620.


Eco y Narciso, Luti Benedetto, pintura al óleo, 1767.


La metamorfosis de Narciso, Salvador Dalí, óleo sobre lienzo, 1937.


















































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































Eco y Narciso, Placido Constanzi, pintura al óleo, S/F.






 
 
 

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