Lola Álvarez Bravo Retrato de Frida Kahlo 1944.
Es impresionante la distinción que se han ganado muchas mujeres mexicanas en diversas disciplinas de las artes, desafortunadamente no les ha resultado para nada un camino fácil, pues en una sociedad donde a las mujeres se les educa desde temprana edad para labores consideradas apropiadas para su género, han tenido que doblar esfuerzos para hacerse notar en el mundo a través de su pericia y habilidades, derribando roles establecidos.
Es gracias a la curiosidad y creatividad de mujeres como la importante fotógrafa Dolores Martínez de Anda, mejor conocida como “Lola Álvarez Bravo” por su matrimonio con el reconocido fotógrafo Manuel Álvarez Bravo, de quien tuvo muchos aprendizajes en esta disciplina, que aunados a su destreza y dominio de su técnica como fotógrafa, tenemos un extraordinario acervo de imágenes que relatan las transformaciones del México del siglo XX.
Fotomontaje.
Aseo 1940.
Unos suben otros bajan 1940.
Lola siempre deambulaba con su cámara buscando momentos conmovedores y composiciones deslumbrantes. Gran parte de sus imágenes documentan la industrialización del país, así como los efectos de la tecnología, por contraparte nos rebela extraordinarias imágenes de las costumbres de la comunidad indígena.
Pespunteando en la brisa 1930.
Entierro en Yalag 1946
Su trayectoria profesional abarco ámbitos desde la fotografía comercial, retratos profesionales, registró la obra de destacados pintores para el archivo del Instituto Nacional de Bellas Artes, documentó eventos culturales, impartió clase en la Academia de San Carlos, creó un taller de fotografía y la Galería de Arte Contemporáneo.
Colaboro con grandes artistas como David Alfaro Siqueiros, Rufino Tamayo, Diego Rivera, entre otros, resaltando su particular relación con Frida Kahlo, quien fue la protagonista de una agradable serie de retratos para la exposición “Frida y su mundo”.
Imágenes que datan de 1944.
Diego Rivera 1945.
En su extensa obra fotográfica como objeto documental sobre la vida cotidiana mexicana crea una memoria visual de México. Se trasladó por toda la república retratando tanto su esplendor artístico y cultural como el urbano y rural, dignificando la identidad de los personajes y momentos capturados con su cámara.
Sobre todo, es admirable el respeto, admiración y empatía que mantenía con la población indígena.
El descanso de los pobres 1949.
Pena de muerte por culpas ajenas 1945.
A ver quién me oye 1939.
Descansando 1940.
Otra de las cualidades de su trabajo fueron sus experimentos con el Fotomontaje y el Fotomural creando escenarios espectaculares relacionando los contrastes de ese México multicultural y la vida capitalina.
En palabras de ella: Si mis fotografías tienen algún significado, es que representan un México que alguna vez existió.
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