Fragmento de la escultura Phantom-Limb de Odani Motohiko.
La relación entre el Arte y el Espacio obedecen a un amplio abanico de posibilidades de aproximación a diferentes campos del saber: filosofía, física, psicología, ontología, historia del arte, danza, performance, artes visuales. El espacio de exposición no funciona solo como almacén de grandes acervos de obra de arte, si no que juega un papel importante en nuestra percepción de la obra al generar una atmosfera que armoniza o juega con la apreciación del objeto expuesto.
A partir de la década de los 60’s se observa una diversificación de la función de los espacios de exhibición de obras de arte, donde el museo o la galería ya no son espacios neutros sino un espacio físico y sociocultural que ejercen una acción sobre la percepción de la obra. Cuando los artistas (en este caso escultores) crean una atmosfera espiritual en un espacio, la escultura deja de ser vista como un medio de ornamentación, ya que en relación al espacio aporta una experiencia física y mental a través de una intervención llevada a cabo en un lugar determinado, dotándolo de un significado distinto que exige de una participación activa y física del espectador.
Escultura y atmósfera coexisten armoniosamente a través del trabajo de artistas contemporáneos como el escultor japonés Odani Motohiko quien, a través de su inquietante obra, eleva los estándares del arte japonés que siempre nos ha impresionado.
Motohiko nace en Kioto en el año de 1972, su pasión por las artes le lleva a perfeccionar sus estudios en diversas disciplinas artísticas en la Universidad Nacional de Arte y música de Tokio. Su creatividad e inquietud le llevan a romper con la tradicionalidad de los métodos creativos para profundizar en el estudio de diversas técnicas y materiales que sobrepasen las nociones convencionales de la escultura. Mas allá de presentar una obra estática, su intención es avivar las emociones que quiere transmitir al espectador al representar en su obra los conceptos de movimiento, transformación, dinamismo y velocidad, para dar forma a lo que nuestros ojos no pueden ver, pero que estamos conscientes de que sucede. La sobriedad cromática de la obra hace una perfecta comunión al emerger del espacio vacío.
Temáticamente Odani está muy interesado en aludir al dolor, pero plásticamente su obra se convierte en una escenografía que recrea mundos en los que conviven vida y muerte, fealdad y belleza, para que el espectador mire más allá de la crueldad a través de la empatía y reflexión como en sus obras arremolinadas, estructuras óseas o criaturas que manifiestan un estado de cambio y que parecen desaparecer en el aire, generando impacto y emoción en quien las mira.
Su talento e imaginación le han hecho acreedor a múltiples exposiciones y premios internacionalmente, al grado de haber sido seleccionado en el año 2003 como uno de los artistas representantes de Japón en la Bienal de Venecia, aportando una nueva mirada a la historia de la escultura en Japón. Los críticos se refieren a sus obras con frases como “monstruosa belleza” y “despierta sensaciones dolorosas en quien las admira”.
El espacio es testigo de la intimidad entre el espectador y la obra.
A continuación, una breve muestra de algunos de sus trabajos.
Phantom-Limb escultura e instalación en el Mori Art Museum 2010-2011.
Cuna de inversión hueca.
Hueco: Dúplex.
Recién nacido.
Hollow: Hydra’s head.
Nueva serie de huesos del 2007.
Hollow: Pianist / Rondo, instalación realizada con pintura de uretano y técnica mixta.
El espectro, escultura presentada frente a las puertas del infierno de Rodin.
Niña estrella de mar y hombre con forma de panal.
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