Leonid Alfremov, s/t, óleo sobre lienzo.
Anhelar a ser un artista reconocido y bien remunerado por tu trabajo es un camino muy complejo, más aún cuando sufres discriminación por tus orígenes, lo cual incrementa el caudal de frustración por enfrentar al tratar de ganarte un lugar mundo del arte. El caso del siguiente artista es un buen ejemplo de este difícil camino, que al final le termino siendo muy redituable por esforzarse en hacerse de un estilo único y apoyarse de las nuevas oportunidades que la tecnología ofrece.
Leonid Alfremov es un pintor bielorruso, nacido en 1955 en la misma ciudad del famoso pintor Mark Chagall “Vitebsk”. Desde temprana edad manifestó inquietud por el quehacer artístico, integrándose a oficios que le permitiesen desarrollar aprendizajes en cuestión de las artes. En 1978 se graduó de la escuela de artes de Vitebsk, desempeñándose en un inicio como diseñador en una fábrica de cerveza y licores, para posterior mente incursionar en el teatro a través de la escenografía. Desafortunadamente sufrió marginación por tener raíces judías, lo que le obstaculizo pertenecer a asociaciones de artistas y ser participe en exposiciones locales.
En 1990 se traslada a Israel junto con su familia, renunciando a su nacionalidad rusa para obtener la israelí. Fue en ahí donde comienza a gestarse el estilo que le caracterizaría a través de una transición en su técnica, haciendo a un lado el pincel para comenzar a experimentar con el uso de la espátula, herramienta que caracterizaría su obra por medio del empastado. Desafortunadamente su estancia en Israel le resultó muy infructuosa, pues fue víctima de la discriminación hacia los refugiados rusos, lo que derivó en el vandalismo hacia su espacio de trabajo, junto con la destrucción de muchas de sus obras.
En 2002 se traslada a Estados Unidos buscando un trato igualitario y mejores condiciones de vida. Leonid junto con su familia se instalan en diversos lugares del país donde encontró la estabilidad que tanto anhelaba y comenzó a crecer como artista, hasta que en 2005 comienza a vacacionar en Playa del Carmen México, lugar paradisiaco del que se enamora al grado de instalarse ahí en el 2010 y vivir hasta su muerte en 2019.
Su estilo era único e inconfundible de cualquier otro artista catalogado dentro del neoimpresionismo, encaminando sus temas hacia el paisaje, escenas urbanas, retratos, animales, etcétera. Dotando a su obra de una vivida coloración en la que resalta su manejo de la luz y la textura, para manifestarnos su forma de ver la vida a través de un mundo en el que ningún elemento es insignificante, sus composiciones se convierten en una explosión de armonía congelando instantes de la vida que dejamos pasar desapercibidos, sobre todo en sus bellas escenas de lluvia y soledad que invitan a reflexionar sobre la vida.
Su trabajo se hizo muy popular en internet al abrir su propia página para hacer difusión de su trabajo, lo cual acrecentó significativamente sus ventas, así como la cantidad de asiduos a su obra atraídos por su estilo tan llamativo.
Utilizo hábilmente plataformas de venta en la red para llegar a sus compradores omitiendo así la intermediación de las galerías. Sus cuadros y replicas son muy vendidos por todo el mundo, así como su popularidad en los criterios de búsqueda por internet.
En palabras del artista: “Yo adoro expresar la belleza, la armonía y el espíritu de este mundo en mis pinturas. Mi corazón está completamente abierto al arte. Por eso, yo disfruto el crear inspiradas y bellas pinturas desde el fondo de mi alma”.
Quizá su estancia en México le fue un gran alentador para estas palabras y un gran consuelo ante una vida llena de indiferencia por sus orígenes. Es en este país donde han llegado importantes personajes del extranjero a dejarse embriagar por la belleza de nuestros paisajes, invitándolos a quedarse aun después de la muerte, pues los retos de Leonid Alfremov reposan en Playa del Carmen.
Imágenes tomadas de Pinterest, reconociendo los derechos de Leonid Alfremov y sus deudos.
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