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El vitral, arte que nos conecta con la divinidad. Por: Minette Argüello


Cosmovitral del jardín botánico de la ciudad de Toluca, 1909-1933.


A lo largo del tiempo el vidrio ha sido uno de los materiales más singulares por la versatilidad de sus usos. Sus orígenes como materia transformada por el hombre nos remontan al Egipto y la Mesopotamia del 3500 antes de cristo, por lo que durante los siguientes milenios este material se volvió muy empleado en ornamentaciones que serían asociadas al lujo por encima de la utilidad que el vidrio ha adquirido en gran parte de nuestras actividades cotidianas.

Fue hasta la Europa medieval del siglo XII, que se popularizo el uso de la técnica del vidrio plano, obteniendo láminas de vidrio sobre superficies estañadas o moldes, para ser empleado principalmente en la elaboración de espejos, ventanas y vidrieras, para después ser intervenido con propósitos específicamente artísticos y decorativos como lo es en el caso particular de los vitrales, aunque se estima que los Romanos fueron quienes comenzaron a explotar el uso del vidrio de colores ornamentalmente al notar que las diferentes combinaciones de óxidos daban lugar a la coloración del vidrio.

El vitral es una composición elaborada con vidrios de colores o pintados con esmaltes que se ensamblan o encastan en varillas de plomo. Aprovechan las propiedades físicas de la luz como es el más noble de los fenómenos naturales en función del arte, creando un efecto que pareciera sobrenatural, pues los colores proyectados varían acorde a los cambios atmosféricos y la posición del sol.

La elaboración de un vitral paso de ser visto como una actividad artesanal que obedece a la decoración, a un objeto de valor artístico en función de la arquitectura para ambientar y llenar de iluminación los espacios públicos y privados. Sus nuevos métodos combinan técnicas antiguas y modernas que no compiten entre ellas, pues la esencia del espectáculo visual del vitral sigue siendo conservada sin alteraciones, aportando una animación de los espacios y un filtraje coloreado de la luz natural y la artificial, cambiando el espíritu de un espacio interior creando un ambiente deseado, pues el tamizaje cromático enciende, exalta o dulcifica la luz, generando sensaciones diversas y vivas.

Fue principal mente su uso como medio de adoctrinamiento por parte de la iglesia, lo que fomento la proliferación de este arte, pues los vitrales utilizan la luz como símbolo de comunicación con Dios, aunque además de representar temas religiosos, también abarcaron a los temas históricos o simbólicos, posteriormente tránsito por la abstracción geométrica y otras novedades del modernismo. Sus variantes en cuanto a estilo solo atienden a las necesidades estéticas de cada época.

A través de los siglos el vitral no ha pasado de moda, ha sido, es y seguirá siendo una obra artística. Los artistas transforman la luz en magia, la obra se hace accesible para el disfrute de cualquier espectador fomentando la interacción sensorial a partir de las formas lumínicas proyectadas por el vidrio que juegan con nuestra imaginación.

El vidrio nos acompaña en todo tipo de desarrollos como un material indispensable en nuestro progreso y bienestar social. La era contemporánea esta vestida de cristal, pues este material cumple una determinante participación en el desarrollo de la tecnología y nuestra concepción de la naturaleza.

A continuación, algunas imágenes que ilustran el desarrollo de este arte en el transcurso del tiempo.


Los cinco profetas del Antiguo Testamento: David, Moisés, Daniel, Oseas y Jonás, siglo XI.


La Sainte-Chapelle, detalle: Resurrección de los muertos, 1243- 1246. Francia.


Interior de la capilla Saint Chapelle en Paris, Francia, siglo XIII.


Vitral de estilo renacentista que representa a Carlos V y su esposa Isabel de Portugal. Catedral Bruselas Bélgica, 1537.


Narcissus Quagliata. Detalle de la obra en la Estación del Boulevard Formosa, en Taiwán, 2008.


Detalle del techo de la capilla de Thanks-Giving Square en Dallas, Texas. Forma de espiral, recubierta por vitrales de cemento, 1976.


La mezquita rosa en Shiraz, Irán, siglo XIX.


Vitral Tiffany del gran hotel de la ciudad de México, traído desde Francia en el siglo XIX.


Vitral de la Diosa Flora, parte del conjunto de vitrales de la galería de emplomados del castillo de Chapultepec en CDMX, fabricados en Paris por encargo de Porfirio Días hacia 1900.

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