Las estrellas de la mañana, Sarah Paxton Ball Dodson, óleo sobre lienzo, 1887.
Continuamos con la intención de recordar a mujeres que hicieron un gran esfuerzo para hacerse presentes en el mundo del arte, confrontándose con los obstáculos sociales impuestos para las mujeres dentro de sus respectivas épocas. En esta ocasión haremos mención de una artista cuya principal limitante para brillar como artista fue su padre y que decidió desplazarse a otra parte del mundo para poder triunfar como artista y ser digna representante de su país,
Sarah Paxton Ball Dodson fue una artista nacida en Filadelfia, Pensilvania (Estados Unidos), el 22 de febrero de 1847. A la edad de tres años, comenzó a manifestar un interés por el quehacer artístico, desafortunadamente su padre era un hombre ligado a las convencionalidades de roles de género del siglo XIX, por lo que era un opositor de la participación de las mujeres en el arte, con lo que desalentó el interés de su hija en las actividades artísticas.
Fue hasta la muerte de su padre, que pudo formalizar sus estudios en arte, al integrarse a la academia de Bellas Artes de Pensilvania. Posteriormente tuvo la oportunidad de trasladarse a Paris para profundizar en sus estudios bajo la orientación de distinguidos artistas de la pintura francesa. Los referentes artísticos que integraría en su trabajo eran muy amplios al reflejar una notoria influencia por los estilos del renacimiento italiano, el clasicismo unido a un idealismo romántico que recuerda al simbolismo y los a los pintores prerrafaelitas.
La década de 1880, fue muy importante en su desarrollo profesional, al hacerse más presente con su trabajo en las exposiciones de arte en Paris y Estados Unidos, temporada en la proliferarían sus obras más destacadas al especializarse en pintura histórica, bíblica y mitológica, aprovechando estos temas para poder trabajar el desnudo artístico (tema no apropiado para mujeres), aunado a una exploración compositiva.
En 1885 regreso a Estados Unidos, donde comienza a hacerse más notoria en las exposiciones de arte de su país, además de adentrarse en la práctica del paisaje al aire libre.
Brighton Inglaterra se convirtió en su último lugar de residencia, es en esta etapa tardía de su vida donde comienzan a manifestarse sus problemas crónicos de salud, interrumpiendo constantemente su productividad, pues tenía dificultades para permanecer de pie mientras pintaba, limitando su producción a bocetos y obras de pequeño formato.
Sarah murió en Brighton e 8 de enero de 1906, habiendo conseguido posicionar su nombre en el mundo del arte un nombre pese a ser mujer y extranjera, pues logró el reconocimiento en Europa como una de las principales mujeres artistas estadounidenses de finales del siglo XIX.
Su obra forma parte de la colección de varios museos en Estados Unidos y Europa, llamando la atención aún en la actualidad al abordar temas que también estaban encasillados solo para hombres, mientras que para las mujeres artistas era más permisible hacer labor de retratista.
A continuación, una recopilación sobre algunas de sus obras.
Las Báquides, óleo sobre lienzo, 1883.
a mártir Santa Techla, óleo sobre lienzo, 1891.
La meditación de la santísima virgen, óleo sobre lienzo, 1889.
Cupido el violinista, óleo sobre tela, 1877.
Mariposas, óleo sobre lienzo, 1891.
La cuna, óleo sobre lienzo, 1903.
Abadía Malver, Worcestershire. Óleo sobre lienzo, 1892.
Engelberg, Suiza, óleo sobre lienzo.
Lladrindod, óleo sobre lienzo.
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