Fuego del odio, fotografía del iraní Asghar Khamseh, retrato que muestra a una joven de 18 años atacada con acido por un pretendiente al que rechazo.
Satisfacer nuestra necesidad de permanencia aún después de la muerte, ha sido una obsesión existencial mitigada artísticamente a lo largo de la historia de las civilizaciones, legándonos constancia de la existencia de personajes cuyo poder adquisitivo y estatus social demandaba dejar pruebas de su presencia para trascender históricamente, generándose un amplio acervo iconográfico distintivo de cada cultura que nos relata la conformación de distintas sociedades o poblaciones por medio de sus jerarcas.
Ya sea a partir de pinturas, dibujos, esculturas o grabados, el arte del retrato se convirtió en un género muy solicitado socialmente, al servir como una carta de presentación para la persona retratada que buscaba reiterar su estatus y modo de vida, ante su temor de morir en el olvido.
La invención de la fotografía diversifico la finalidad y los usos de un arte que solo estaba al alcance de quienes lo podían costear, ampliando y jugando con la interpretación con la que concebimos el genero del retrato en el arte, principalmente el elaborado a partir de las artes tradicionales durante siglos.
La imagen fotográfica en su género de retrato, se ha mantenido como el producto reproducido mecánicamente de una tecnología que ayuda a obtener una imagen fiel e inmediata de una persona, pero si la intención del retrato está dotada de una intención artística, entonces ya no solo se busca recrear la imagen de la persona que buscaba dejar constancia de su existencia, si no que ahora se busca capturar la naturaleza humana más allá del aspecto físico de la persona y sus posesiones. Se trata de una práctica artística guiada por distintas propuestas que buscan representar a una persona en un contexto más descriptivo al resaltar detalles que nos aporten información de su personalidad, prestando importancia a las emociones, estado de animo o temperamento de la persona que posa frente a la cámara.
El fotógrafo busca comunicar una historia de la persona retratada, tratando de capturar su esencia a través de la expresión de su mirada y sus gestos para convertir su personalidad en el centro de interés de la imagen. Para lograr capturar esa esencia o personalidad, los fotógrafos de retrato hacen uso de la conjugación de elementos como la iluminación, el fondo, las poses, la técnica o la composición, para clarificar el mensaje que se quiere transmitir al espectador.
Técnicamente la fotografía de retrato explora los recursos que ayuden a identificar y colocar los elementos en el encuadre para generar una imagen coherente y que produzca una reacción en el espectador, pues componer es transmitir una emoción y contar una historia, a través del lugar y la forma en que se colocan los elementos protagonistas de la fotografía de retratos, aunado a un vinculo de confianza entre fotógrafo y personaje, para que la fotografía luzca con la mayor naturalidad posible.
La fotografía gradualmente fue poniéndose al alcance de todos, pero es la intención y habilidades del fotógrafo, lo que puede elevar a la imagen como una obra de arte, más allá una repetitiva imagen mecánica.
A continuación, una muestra de algunos trabajos fotográficos que ilustran la evolución del retrato fotográfico.
Retrato fotográfico realizado por Paolo Monti, 1955.
La taille, fotografía de Eugene Disdéri, 1860.
Julia Jackson, fotografía por Julia Margaret Cameron, 1867.
La emperatriz Eugenia en oración, fotografía por Gustave Le Gray, 1856.
Retrato de Héctor Berlioz, fotografía por Pierre Petit, 1863.
Retrato de Jean Dubuffet, fotografía de Arnold Newman, década de 1940.
Carmen, fotografía de Richard Avedon, 1957.
Portada del libro Terra, Sebastiao Salgado, 1997.
Fotografía publicada en el libro en la sombra de las montañas del fotógrafo Steve Mc curry, 2007.