Venus de la facultad de ciencias de Montpellier.
A lo largo de la historia del arte y la medicina, el estudio de la construcción de la anatomía del cuerpo humano ha sido de suma importancia para comprender y satisfacer la inquietud sobre la estructura y funcionamiento de nuestro organismo. Aunque para satisfacer tal inquietud, había que recurrir a la práctica de la disección de cadáveres humanos, método que provocaba cierta aberración sobre todo en la población europea de la edad media, pues abrir un cadáver para estudiar sus entrañas resultaba un hecho bastante perturbador y morboso, lo que resulto en una mala interpretación sobre la intención científica de los estudios anatómicos con cadáveres, por lo que la iglesia católica prohibió la disección de cadáveres con fines académicos, pues tal práctica era considerada como una afrenta ante Dios. Desafortunadamente tal prohibición derivo en hacer las practicas de manera clandestina, fomentando el robo de cadáveres de cementerios y asesinatos para vender los cadáveres.
Las Venus anatómicas nacen como una solución ante la necesidad de modelos humanos para el estudio del cuerpo humano a nivel científico y artístico. Se trata de figuras escultóricas humanas de tamaño natural que eran seccionadas por capas desmontables, para mostrar a detalle el interior del cuerpo humano diseccionado. Estas piezas funcionaban como material didáctico en las universidades europeas, facilitando la instrucción sobre anatomía a médicos, cirujanos, parteras y artistas que se beneficiaban de la disección de cadáveres para ilustrar con grabados los libros sobre tratados de anatomía.
Estas realistas representaciones tenían la particularidad de recrear al cuerpo humano con atributos delicadamente artísticos a través cuerpos (femeninos en su mayoría) bien proporcionados y extrema perfección en cada detalle, sus poses eran elegantes y lo más inquietante son sus rostros dotados de una expresión relajada, en un estado de placidez que pudiese sugerir un estado de éxtasis erótico en espera de ser apreciadas por los espectadores curiosos de observar los secretos que su interior guarda.
Se acoge a estas piezas con el termino de Venus por la serie de atributos característicos en ellas que aluden a la blandura, suavidad y belleza seductora de lo femenino, reafirmando los ideales estéticos de las obras que representan a la Diosa Venus en desnudos reclinados característicos del periodo renacentista al neoclásico.
La primera pieza de arte dedicada exclusivamente al estudio anatómico fue creada por el escultor Clemente Susini entre 1780 y 1782, la pieza tuvo un fuerte impacto entre sus espectadores asombrados por los detalles de los órganos, pero desconcertados por el erotismo del cuerpo, al grado de calificar al escultor como creador de una obra que “avivaba cierto ardor del deseo en la muerte”.
Las piezas eran elaboradas a través de la conjunción de varias técnicas escultóricas para lograr las texturas de los tejidos blandos de las entrañas, pasando desde tallas en madera a modelados y vaciados y modelados en ceras y resinas meticulosamente cromadas para lograr la sensación de tejidos orgánicos.
Con el tiempo este tipo de obras se volvió muy popular en las colecciones de los museos anatómicos europeos y se exponían con cierta temporalidad en distintos espacios abiertos a todo público, sobre todo entre los años 1820 y 1830, pues permitían la transmisión del conocimiento sin requerir de una formación previa por parte del espectador. Tal fue el agrado y aceptación de estas obras que se les ornamentaba con cabello natural, joyería y ropa de la mejor confección y telas, pues en cierto modo recordaban también a las representaciones escultóricas sacras sobre santos yacientes en sus nichos, por lo que se les comenzó a ver con una connotación mas espiritual, llegando a confundirse con vírgenes desmembradas.
Es a través de estas piezas que tenemos constancia de la armonía entre los intereses del arte, la ciencia y la educación, pues la expresividad y características depositadas en estas esculturas las elevan a ser consideradas como inquietantes obras de arte, más allá de ser objetos de estudio, pues la estética de estas obras rompen con cualquier asociación lúgubre de un cuerpo sin vida y alejando la sensación dolorosa sobre la muerte, evitando la repulsión a lo grotesco que resultaba ver un cadáver diseccionado tendido en una mesa para su estudio.
A continuación, una recopilación sobre estas obras, sus referentes y sus ornamentaciones.
Venus de Urbino, Tiziano, 1538, óleo sobre tela.
Lamina de dibujo de William Hunter sobre el útero, para ilustrar tratados de anatomía en 1774.
Venus anatómica desmontable en 40 piezas, obra perteneciente al museo de la facultad de ciencias de Montpellier (imagen de portada).
Venus anatómica de Clemente Susini, entre 1780 y 1782.
Venus del Josephinum Museum de la Universidad de Medicina de Viena, Austria. Finales del siglo XVIII.
Venus de la colección del museo de historia de la medicina de la universidad de Viena.
Venus De La Specola museum. Florencia, Italia, 1818.
Venus modeladas en terracota por Giovan-Battista Manfredini, Finales del siglo XVIII.
Venus anatómica del museo de historia de la medicina de Catalunya, siglo XIX.
Venus ornamentadas con ropa y accesorios.
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